sábado, 14 de mayo de 2011

El orgullo nacional

Este post será un poco distinto a los anteriores porque el orgullo nacional o nacionalismo en general no me va mucho. PERO en estos últimos días había razón para ser orgulloso de mi país, o sea la República Checa. ¿Y porqué? El Campeonato Mundial de Hockey sobre Hielo que se celebra en Eslovaquia (! No confundir con Eslovenia, que son dos cosas diferentes! ). Y tal como los españoles, y también todos los países latinos tienen los mejores equipos de fútbol, los checos tenemos un buen equipo de hockey, aunque ultimamente no nos sale de maravilla. Sin duda, hasta mañana somos los campeones del año 2010. Y ya es más que claro que no defenderémos el título, porque ayer perdimos con Suecia. Y por lo tanto nos ahora toca jugar con Rusia por la medalla de bronce. 

 La bandera checa


Volviendo al título de este post quiero decir, que por todo lo dicho, todo el país está orgulloso de estar detrás de nuestros chicos. No es solo que los españoles se vuelven locos cuando juegan al fútbol, sino que los checos se vuelven locos con al hockey. La gente compra banderas, se pinta las caras, hay proyecciones en plazas en pantalla grande, las tiendas cierran antes, poruqe todos quieren ver el partido. Los que no quieren estar de pié en un plaza  van en un bar mirar la tele con sus amigos o simplemente se quedan en casa bebiendo su cerveza favorita. En las noticias no nos hablan de otra cosa, hay un mogollón de concursos para poder ganar las entradas, etc. 


Yo en particular, me fui ayer con mi hermana y su novio en un bar de nuestro pueblo. Ha sido maravilloso, había mucha gente, yo llevaba una bufanda de la República Checa aunque hacía calor, y nos pusimos a ver el partido. Todo empezó bien, pero luego, en fin, perdimos :( Fue un desastre, unos estaban enfadadísimos y maldecían y otros, por contrario, estaban muy tristes - mi caso. 

Es que no vimos otra posibildad, hasta ayer no perdimos ni un partido de este campeonato, así que el deseo de ganar toodoos los partidos y defender el título de campeones fue muy grande y fuerte.

 Y en esto consiste el orgullo nacional, no? Partenecer en un grupo y estar orgulloso por eso. Olvidarse de política y esas cosas y simplemente tener fe, creer en tu país de verdad. Es un sentimiento increíble, verdad? O es solo mi sensación?

4 comentarios:

  1. Existe una gesta Heróica en un aspecto del deporte. Especificamente del Fútbol. Se llama EL MARACAZANO y sucedió en 1950. Brazil , todo poderoso en esa época enfrentaba a un equipo uruguayo en el papel " menor " por tanto la fiesta había sido total , jugaban en el mítico Maracaná , que es el estadio más importante en Brazil ( queda en Río de Janeiro ) , ya imaginarás Helena como entonces era la fiesta , Brazil en su primera final de fútbol , samba , un país alegre enorme , lleno de colores que vive siempre en fiestas , porque los brasileños son tipos alegres , nunca encontrarás en este mundo otras personas asi de alegres ... y Uruguay es un país pequeño , recatado y bastante hermoso por cierto, tal vez no tenga esa magia Brasileña pero si tienen un enorme corazón cuando se proponen a algo y lo logran , bueno ... en resumen todo estaba listo para celebrar. Por cierto los Brasileños creían que podían ganar a los Uruguayos por 4 o 5 goles e incluso mucho más.

    Aqui te dejo un relato de un escritor que narra esta proeza.

    “¿Sabés qué les dijo un dirigente uruguayo a sus jugadores, antes de salir a jugar la final?”, te pregunté. Vos no sabías, cómo ibas a saber. “-Traten de perder por poco. Intenten no comerse más de cuatro-. Eso les dijo. Les pidió que evitaran el papelón de comerse seis o siete. ¿Te imaginás?”, te pregunté. Y vos moviste la cabeza diciendo que sí, y yo me quise morir viéndote así, porque estabas imaginando lo que yo te estaba contando, y era una estupidez, pero fue entonces, hace veinte minutos, que tuve la intuición fugaz de que era el primer diálogo que teníamos en toda la vida. Vos estabas ahí, o mejor dicho vos estabas ahí dejándome a mí también estar ahí porque te estaba contando de los uruguayos. Era esa historia la que me tenía todavía vivo en el incendio de tus ojos, y por eso te seguí contando.

    ResponderEliminar
  2. Esos once muchachos vestidos de celeste entraron a cumplir con un trámite, te dije. El de perder y volverse a casa. Para eso el Maracaná recién estrenado, las portadas de los diarios impresas desde la mañana, el discurso del presidente de la FIFA felicitando a los campeones en portugués, la mayor multitud reunida jamás en una cancha, los petardos haciendo temblar el suelo.

    “Con decirte –proseguí- que la banda de música que tenía que tocar el himno nacional del ganador no tenía la partitura del himno uruguayo”, y abriste mucho los ojos, y yo te pedí que no abrieras los ojos así porque podías tumbarme al suelo con la onda expansiva, y esa fue tu tercera sonrisa, con las mejillas un poco rojas asimilando el piropo cursi y suburbano. Supongo que yo –definitivamente enamorado- también me puse colorado, y salí del paso contándote el partido, o lo que se sabe del partido, o lo que no se sabe y todo el mundo ha inventado del partido. Un Brasil lanzado a lo de siempre: a triturar a sus rivales, a engullir seleccionados, a llenarle el arco de goles a todo el mundo, a sepultar rápido los noventa minutos que los separaban de la gloria. Un Uruguay chiquito, un Uruguay estorbo, un Uruguay que molesta y pospone el paraíso. Un Uruguay ordenado y prolijo que le cierra todos los agujeros y los caminos, y un primer tiempo que termina cero a cero pero es casi lo mismo porque el empate le sirve a Brasil.

    “Y empieza el segundo tiempo y a los dos minutos –continué- Friaca marca un gol para Brasil”. Entonces fruncí los labios y moví las manos en ese gesto que quiere decir “listo, ya está, asunto terminado”, y que vos interpretaste a la perfección, porque te pusiste un poco triste.

    “Imaginate lo que era el Maracaná después del 1 a 0”, agregué. Los uruguayos ya tenían que meter dos goles, y en realidad lo más probable era que Brasil les metiera otros cuatro antes de que esos pobres muchachos consiguieran llegar a la otra área.

    Se reanudó el partido. Y yo, contándotelo, hice más o menos lo mismo. A esa altura se supone que está todo dicho y todo hecho –te situé-: Uruguay pudo resistir el primer tiempo completo. Ahora que entró el primer gol tiene que entrar otro más, y otros dos, u otros cuatro. Ahora la historia va a enderezarse y caminar derecha hacia donde debe.

    ResponderEliminar
  3. Pero el asunto se escribe de otro modo. Porque ese gol que Friaca acaba de meter no es solamente el primero de Brasil en esa tarde. También es el último. Nadie lo sabe, por supuesto. Ni los brasileños que juegan ni los brasileños que miran ni los brasileños que escuchan. Pero los once celestes sí parecen tenerlo claro.

    Tan claro que siguen jugando como si nada. Como si más allá de las líneas de cal se hubiese acabado para siempre el mundo. Tal vez por eso, porque están decididos ni más ni menos que a jugar al fútbol, desborda la camiseta celeste de Ghiggia por derecha, envía el centro y Schiaffino manda guardar el balón en el arco de Barbosa, que no lo sabe pero acaba de empezar a morir; aunque todavía le falten cincuenta años hasta que de verdad se muera.

    No sé si en otros deportes esas cosas son posibles. En el fútbol sí. Nada es para siempre, ni definitivo, ni imposible. ¿Será por eso que es tan lindo? Faltan diez, nueve minutos para que Brasil sea campeón con el empate. Pero Ghiggia se la toca a Pérez que se la devuelve profunda, como en el primer gol, por la derecha, hacia el área. El puntero celeste lo encara a Bigode y lo deja de seña, aunque se acerca peligrosamente al fondo y eso lo deja sin ángulo de disparo. Lo lógico es que Ghiggia tire el centro. Eso es lo que esperan sus compañeros, que le piden impacientes la pelota. Es lo que esperan los defensores brasileños, que tratan de marcarlos. Y es lo que espera el pobre Barbosa, que se mueve apenas hacia su derecha para anticipar el envío.

    Ahí vino tu quinta sonrisa. Fue de nervios. Faltó que te pusieras de pie para ver mejor, como hacen los plateístas en la cancha en las jugadas de riesgo. Esa fue la menos mía de todas tus sonrisas. Pero no me molestó, casi al contrario. Esa sonrisa fue toda para Ghiggia, para alentarlo a lograr lo que en apariencia no podía salirle: sacar el balinazo al primer palo, meter el balón entre Barbosa y el poste. Prolongaste tu sonrisa para acompañarlo en su carrera con los brazos en alto, esa carrera a solas, a solas porque sus compañeros simplemente no pueden creer que la pelota haya entrado por donde no había sitio para que entrase.

    A esa altura me faltaba contarte poco. El público enmudeció de pavor, y a los jugadores de Brasil el alma se les llenó de malezas heladas. Y ahí llegó tu sexta sonrisa. Esta fue confiada. Ya habías entendido cómo terminaba la historia. Lo único que querías era que te lo confirmase. Te agregué una última leyenda, porque aunque tal vez también esa sea mentira, de todos modos es hermosa. Con el tiempo cumplido, cayó un centro al área de Uruguay. El uruguayo Schubert Gambetta alzó los brazos y tomó la pelota con las manos. Sus compañeros se querían morir. ¿Cómo va a cometer ese penal infantil en una final del Mundo, con el tiempo cumplido? Lo increpan, lo insultan. Gambetta los mira sin entenderlos. Se defiende, tal vez a los gritos, tal vez lo hace llorando. Les dice que miren al árbitro. Les pregunta si no lo escucharon. Porque aunque parezca imposible, Gambetta es el único que ha escuchado el pitazo final. Es el único que ha sido capaz de discriminar de entre todos los ruidos –el de la pelota, el de las voces, el del pánico- el sonido del silbato. Los demás terminan por entender que es cierto: el partido ha terminado.

    ResponderEliminar
  4. Y cuando hice un segundo de silencio después de la palabra “mundo”, tu séptima sonrisa se iluminó del todo, en el alborozo de saber que esos once muchachos de celeste habían sido capaces de saltar todas las trampas del destino para volverse a Montevideo con la Copa. La tortuga que derrota a la liebre, el mendigo hecho príncipe, David contra Goliat, pero con pelota.

    Si hubiese ganado Brasil nadie se acordaría demasiado del 16 de julio de 1950. Lo normal no se recuerda casi nunca. Pero ganó Uruguay, un partido que si se hubiese jugado mil veces Uruguay debería haber perdido novecientas cincuenta y empatado cuarenta y nueve. Pero de las mil alternativas Dios quiso que cayera esta: Uruguay da el batacazo más resonante de la historia del fútbol, y más de medio siglo después yo me acerco a tu mesa y te lo cuento.

    URUGUAY CAMPEÓN DEL MUNDO.

    Si a pesar de todo Uruguay el pequeño país al que todo daban por muerto , al que le iban a meter 6 o 7 goles , al que el presidente de FIFA esa época los había despreciado como un simple segundo lugar , esos 11 jugadores frente a todo el maracaná , frente al árbitro del partido , frente a los jugadores , frente a todos lo que no creían en ellos ... fue EL CAMPEÓN DEL MUNDO DE 1950.


    El relato hablado por Eduardo Sacheri ( 3 videos )

    http://www.youtube.com/watch?v=g6Lmj2micrE
    http://www.youtube.com/watch?v=7z2Z__71OzA&feature=related
    http://www.videos-star.com/watch.php?video=HqYAes9hhXA

    Es mi mejor forma de representar quizás la idea que expones en esta entrada sestra Helena :)

    ResponderEliminar